miércoles, 27 de noviembre de 2013

-Hoy, voy a improvisar frente al teclado, no he escrito lo que debiera haber hecho, no puedo, ¿para qué? Haciéndolo me acordaría de ti, y no quiero, no más, lo que escribí hace un par de noches se quedará mucho más tiempo junto con muchos escritos de mi libreta que nunca (o al menos no en mucho tiempo) se plasmarán aquí. No porque no quiera, que no me importaría transcribirlos, sino porque me hace falta un día muy malo, uno de esos días tristes, lúgubres y melancólicos, un día que sienta mi alma gris y marchita por cualquier motivo (seguramente ese motivo serías tú), para traerlos aquí. Ese día no llega porque tú ya no estás, y hay mucha más gente que me ilumina, y tú ya no, y por ese motivo te quiero fuera. Es extraño que cuando estas te quisiera dentro de mi vida más que nada, y el sufrimiento por no tenerte es indescriptible, pero cuando te vas, me siento tan bien, tan vivo, tan lleno, la gente que conozco me alegra tanto, las chica con la que hablo huele tan bien ;) que todo ello hace que el resto del mundo desaparezca y no vuelva a necesitar nada de nadie. Es extraño cómo la mujer ejerce una influencia tan masiva, tan corrompedora en la psicología del hombre, de modo que pueda mejorar o empeorar uno o varios días de un plumazo, no debería ser así, uno debería ser dueño de su vida y sus actos, no permitir que nada ni nadie enturbie la mente de una persona. Pero algunos somos débiles, sentimentales a veces, y quien se permite el lujo de hacernos daño o hacernos reír, lo sentimos tanto y tan fuerte, que nos cala hondo cualquiera de esos sentimientos.
Dos cosas:

Sépalo usted que el amor llegó a mi vida, y no entrando por la ventana o tocando la puerta como dicen que llega, llegó derrumbando la casa, tirando paredes, arrancando el suelo, sacudiendo el alma.

Te estoy pensando. No importa a qué hora leas eso. Lo he pasado mal por amor, y no quiero ilusionarme como he llegado a hacer, si alguna vez te digo "te quiero" serán las palabras más sinceras que hayas escuchado.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Ahora que estoy mal, déjame que te cuente...
Me gustaría que supieras que te hecho de menos, que veo parejas, que juegan, y se tocan los pies, y que apoyan las cabezas en los hombros de la otra persona, y se lo digo, y te lo digo, los envidio, te envidio.Ojalá pudiera dejar de sentir eso, pero lo necesito, y no lo quiero con nadie, sino contigo. Me acabo de dar cuenta que acabo de volver a la primera fase de la ruptura, y... joder, qué bonito vuelve a ser todo. Ojalá pudiera abrazarte, o haberte abrazado por la espalda como antes, todas esas veces que has dicho que tenías frío... porque realmente lo deseaba, o haberte cogido las manos y habértelas calentado con el vapor de mi respiración. Son ésas las tonterias que mas extraño, y son ésas las que sólo he hecho contigo, y nunca podré hacerlas con nadie más, porque para esas cosas, siempre estarás tú delante...
Hace daño, todo hace daño en esta vida, en mayor o menor medida. Cuando uno lleva tanto tiempo atado, no piensa ya en poder escapar, y cuando te acostumbras a eso de un modo tan intenso que no puedes hacer nada más, llega un día y te desatan, te cortan la cuerda, te "liberan", pero no quieres irte, y te quedas allí, sin cuerda, preso de tus propios recuerdos, de lo que ha pasado allí, acostumbrado a estar en la compañía de ti mismo, y de tus captores. Y llega un momento en que te echan a patadas, y forcejeas, luchas, suplicas, lloras quedarte allí atado a aquel mástil, y no sirve de nada. Y empiezas a buscar otros mástiles, ninguno es como ese, y lo sabes, pero lo intentas. Quizás alguno no es tan alto, otro no tan robusto, otro demasiado arisco... Pero intentas acostumbrarte y amoldarlo al que a ti te gustaba, para olvidarlo, o reemplazarlo, porque no quieres otro, quieres ése, y no sirve de nada porque no se puede amoldar un mástil. Y sigues buscando, olvidando al viejo, y a veces parece que encuentras alguno parecido, pero no es tan cómodo o tan atractivo, y no puedes atarte a ninguno, por mucho que quieras. 
Un día, por casualidad, lo vuelves a ver, el que era tuyo, y ves que otra persona se ha atado a él, y piensas que no estará tan cómodo, que quizás sea demasiado alto para ese mástil o el mástil demasiado bonito para que esa persona pueda apreciarlo... pero ya no vale de nada, y puedes maldecir o gritar pero tienes que resignarte. Incluso en ese proceso empiezas a creer en que el mástil es algo vivo, que por mucho que pase, por mucho que haga, al final de su vida te estará esperando, tan bello e íntegro como es ahora. Y esperas y esperas... y ves a la gente atados con sus mástiles, y esperas... pero nunca pasa nada.
A veces tomamos un mal momento de un día normal y lo arrastramos todo el día, acabamos diciendo que ha sido un día pésimo. A veces... la vida se vuelve macabra, y nos empeñamos en creer que el tiempo que transcurre es una sucesión de horribles momentos y que no merece la pena, a veces hay momentos que uno desearía irse del mundo, o al menos poder olvidar (tan fácil como en la película "olvídate de mi"). Realmente yo en este momento no tendría ningún inconveniente en morirme, pero yo tengo que vivir, lo más íntegramente que se pueda, al menos en la compañía de uno mismo, a la espera de ese mástil que tanto ansiamos que vuelva, y aunque sepamos que no volverá, necesitamos creerlo.
Él tenía la impresión de haber tirado por la borda tres meses de superación, de tomar impulso, de terapia... todo así, de un plumazo. Había intentado creer que podía, pero en el fondo sabía que no, y ese fondo empezaba a aflorar más que nunca. Todo esfuerzo, euro, sudor y sangre gastado en esos dos o tres meses habían sido derrochados casi inútilmente. Y ahora esta aquí, en el centro de la habitación, gritando a pleno pulmón, hinchado como un globo del que emana un vaho mas condensado del que se haya visto nunca. Intentando compensar tres meses gritando, del todo inútil...
¿Y ahora qué? ¿Qué se hace en un caso así? ¿Repetir otra vez estos tres meses? ¿Volver a escritos tristes e intentar lentamente volver a subir? Grotesco, o ridículo, o ambas...

martes, 19 de noviembre de 2013

-Hoy, me he dado cuenta que estoy exponiéndome demasiado a todo, y estoy forzando mi cuerpo, y ha llegado un momento en que ha dicho basta, y tras unos 39 grados de fiebre he tenido que volver a la cama con un dolor de cabeza descomunal, y digo que he tenido que volver porque el plan era que, después de ver esa película planeábamos ir a bailar y de marcha, pero me he bajado del barco y aquí estoy, con un calor enorme, arropado hasta las cejas, y tiritando.
Algunos me han recriminado el haber salido de la cama pero, ¿porqué no? si me fuera a morir, algo que obviamente no creo que pase (para desconsuelo de muchos), la verdad es que preferiría hacerlo fuera disfrutando que aquí en la cama, y si no me fuera a morir, ¿qué razón habría para desperdiciar la que podría ser una gran noche estando en la cama? Así que, para variar, y a pesar de estar "pachucho y no valer un duro" hoy, me lo he pasado genial (como siempre) y no me he muerto, no se puede pedir más.

martes, 12 de noviembre de 2013

-Hoy, he sentido mi corazón al borde del colapso cuando a mi parecer casi se me sale del pecho, como una de esas veces que sientes los latidos en las orejas (y se te ponen rojitas, como diría la canción). Pero finalmente lo he hecho, y menos mal! porque sino sólo sería una noche más, aburrida y quizás ni escribiría... pero la correspondencia ha sido enviada y gratamente respondida con una respuesta física muy gratificante, y bajo el yugo pasado de la incapacidad un nuevo abanico de posibles premisas se abren camino en mi mente y en mi vida. Es, sin duda, una luz que aunque seguramente al final quede en nada y se torne a la oscuridad, pero me otorga una gran confianza, a la vez que me siento más confidente con alguien.

En definitiva: ha sido un día cargadito de todo.

lunes, 11 de noviembre de 2013

-Hoy, he viajado más de 300 km con una compañía un tanto peculiar con la que no descarto volver a hacerlo; en resumidas cuentas y en total éramos una pareja relativamente joven, una mujer mayor, dos perros y yo.
Cada uno de un lugar distinto del país, encontrándonos y conociéndonos totalmente por casualidad en un coche sumamente avanzado y, cual a sido mi sorpresa al ver que a todos nos gustaba ese tipo de música hip-hop inteligente que yo escuchaba hace unos años, verdaderamente lo hemos pasado genial. Ojalá repitamos!

miércoles, 6 de noviembre de 2013

-Hoy, me he dado cuenta que vivo en una de esas películas antiguas donde una casa aloja a cantidad de viajeros que llegan, pasan un tiempo, y se marcha, y vuelven a llegar otros distintos y así sucesivamente, uno no para de ver gente y la casa está siempre animada, y conoces historias, y vidas, y alegrías y fracasos en los rostros de cada persona... Uff, y yo parece que no me voy, y sigo aquí. Me gustaría contar algunos relatos muy brevemente de esas personas:
En primer lugar llegó una chica rubia, que parecía muy maja, pero que luego resultó ser un completo desastre en su habitación, un par de meses creo recordar que estuvo con nosotros, cuando se marchó llego aquel otro chico raro que sólo venía a casa para ducharse, y parecía tener siempre mucha prisa con todo, simplemente venía, soltaba sus cosas y se marchaba, finalmente dejó de venir a dormir y ducharse y, tras un tiempo de incertidumbre sobre su vida se fue, sin pena ni gloria. Por último llego un señor mayor, y ¡madre mía! ¡cómo hablaba este señor! ¡no callaba nunca! entre la crisis en España, sus hijos y todas las quejas de las que no paraba de hablar se pasaba el tiempo, no tenía mucho dinero, en mi opinión se aprovechaba un poco de su situación pero intentaba vivir con dignidad, y siempre llevaba sus cuentas al día, aunque a mi parecer tenía ojos de loco (los tenia bastante separados entre sí), y tras entrar y salir esta y más gente yo seguía quedándome aquí, nos es un mal sitio para vivir, algo aburrido a veces, a excepción de cuando entra gente nueva para obtener alojamiento, es interesante.
Yo por mi parte acabaré partiendo pronto, y es curioso cómo tarde o temprano acabamos yendo de un lugar a otro, a conseguir algo mejor, o por algo fortuito, o casualidades del destino, o simplemente vivir alguna que otra aventura.

En aquel entonces yo no sabía bien de lo que hablaba, no sabía el alcance que podían tener mis palabras y lo reales que podían llegar a hacerse, sólo intuía que, en alguna parte, en algún lugar indefectiblemente, esa persona, ella, me seguía esperando y que yo acabaría llegando en el momento justo, ni antes ni después, y acabaría abrazándola y conociéndola al fin.

lunes, 4 de noviembre de 2013

-Hoy, recuerdo aquellos buenos tiempos cuando soñábamos cosas imposibles. Con 17 años soñaba con irme de mochilero a Málaga, Cádiz, Portugal... a cualquier sitio en la costa, y una vez allí pedir trabajo en algún barco (aunque fuera limpiando platos), y viajar a Brasil o a cualquier lado más allá del océano, y seguir caminando sin parar, porque allí donde tuviera mis pies, ése sería mi país, y viviría plenamente, en el máximo esplendor del significado de la palabra... un sueño prácticamente imposible para un muchacho de 17 años sin muchos recursos. Pero, ¿qué ha cambiado desde entonces?
Ojalá no existieran esos sueños, ojalá pudiéramos realizar cualquier cosa que nos propusiéramos, ¿a que sería perfecto? (¿Porqué existirá la palabra perfección si ésta es imposible?)

Ojalá pudiéramos vivir orgullosos donde tuviéramos los pies,
y llorar alegría o llorar tristeza,
y sentir con el alma una última vez...
sentir que todo es posible.