Hay veces que tu mundo te puede, que todo a tu alrededor parece ir a otra velocidad, que no te sientes cómodo con nada ni con nadie y lo único que deseas es no pensar... pero no se puede, es imposible, y uno acaba pensando todo tipo de calamidades. ¿Qué haría otro si estuviera en mí? ¿Qué harías tú? ¿Te comprenderías a ti mismo si te vieras desde fuera? Ojalá lo supiéramos... Y es que hay veces que una pareja arrastra tanto que ni el amor es suficiente, y es entonces cuando empiezas a recordar todo lo vivido con la pareja, y dicen que es bueno ya que puedes regresar siempre que lo deseas al momento que quieras, nadie te puede robar o impedir eso, pero puede llegar a ser un auténtico calvario, darte cuenta de que siempre que vuelves el recuerdo puede ser diferente, y si es diferente uno lo acaba siendo también. Lo peor de una ruptura es que si no hay ningún signo de remordimiento en las horas siguientes, verdaderamente todo se a acabado; si lo hay quizás se pueda solucionar. Y en ese tiempo posterior se recuerdan las chimeneas, los paseos, las velas gastadas, las que se podrían haber gastado, el azul y el verde, las camas y mil cosas más que parece que haya 9 vidas que recordar... pero sobre todo las noches... esas noches que llegaron a ser mágicas, noches en camas con frases "curiosas", noches frente a chimeneas, noches con una esencia especial... y empiezas a rebozarte en tu propia mierda. Alguien me dijo una vez que siempre hay que intentar poner más noches que días en la vida; pero cuando todo se acaba solo puedes romper a llorar, y si al final no se acaba es cuando puedes romper a reír, pero estoy seguro que casi siempre vale romperse por esos sentimientos y por el cambio que conllevan, que me gusta pensar que siempre es positivo. Desearía que, en el peor de los casos y cuando llegue el día (que a mi pesar podría llegar), cuando empieces a recordar en las horas siguientes surja un signo de remordimiento auténtico, y me digas ven porque, de verdad, si tú me dices ven lo dejo todo, pero dime ven.
Me gusta eso de intentar poner más noches que días en la vida. En la tuya y en la mía. Juntos en una cama.
ResponderEliminarEstamos en ese punto exacto, ¿no?
En el que yo me acerco y te susurro al oído: ven.
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