miércoles, 17 de julio de 2013

Un secreto que se vende

Esto nunca se lo dije a nadie, hoy quiero que lo sepas tú querido/a lector/ra:

La última noche que pasamos juntos esperaba que pasara algo que no hubiera pasado nunca, algo mágico, algo... bonito. Una vez leí que las palabras que escuchamos mientras dormimos se graban en el subconsciente y repercuten en nuestra vida real, aunque no lo sepamos. Aquella última noche dormí muy incómodo, pero no quería girarme, no quería darle la espalda, no quería cerrar los ojos y pensar que por la mañana me tendría que despedir de ella. Una vez leí que las palabras que escuchamos mientras dormimos se graban en el subconsciente y repercuten en nuestra vida real, aunque no lo sepamos. Aquella última noche mientras ella dormía no paré de susurrarle al oído "quédate, quédate..." intermitentemente mientras intentaba mantenerme despierto enredado entre sus rizos, esos rizos que tanto por culo dieron tantas veces atrás... dios, cuánto ignoraba lo que los echaría de menos, pero aun así seguía susurrando y susurrando... no sé si me escuchó alguna vez, supongo que sí pero aun así no me dijo nada, ojalá me lo hubiera dicho. Pero por la mañana no hubo magia, no hubo nada, nada se quedó en el subconsciente, no perdía nada por intentarlo pero... no pasó nada, no me retuvo, dios... cómo deseaba que me hubiera retenido, cómo deseaba que hubiéramos llorado juntos de alegría por no querer alejarnos el uno del otro, pero nada... y así, de la nada, llegaron los monstruos, que me atormentaban día y noche, sólo y en compañía, que me rodeaban en la oscuridad y me hacían sentir sólo, marginado, triste, lúgubre y algo así como en penumbra delante del sol.
Hubiera matado esos monstruos por ti.
Pero no estabas.
Te fuiste y te llevaste todo lo que era tuyo.
Te fuiste... y no me llevaste, y yo era tuyo.

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