miércoles, 6 de noviembre de 2013

-Hoy, me he dado cuenta que vivo en una de esas películas antiguas donde una casa aloja a cantidad de viajeros que llegan, pasan un tiempo, y se marcha, y vuelven a llegar otros distintos y así sucesivamente, uno no para de ver gente y la casa está siempre animada, y conoces historias, y vidas, y alegrías y fracasos en los rostros de cada persona... Uff, y yo parece que no me voy, y sigo aquí. Me gustaría contar algunos relatos muy brevemente de esas personas:
En primer lugar llegó una chica rubia, que parecía muy maja, pero que luego resultó ser un completo desastre en su habitación, un par de meses creo recordar que estuvo con nosotros, cuando se marchó llego aquel otro chico raro que sólo venía a casa para ducharse, y parecía tener siempre mucha prisa con todo, simplemente venía, soltaba sus cosas y se marchaba, finalmente dejó de venir a dormir y ducharse y, tras un tiempo de incertidumbre sobre su vida se fue, sin pena ni gloria. Por último llego un señor mayor, y ¡madre mía! ¡cómo hablaba este señor! ¡no callaba nunca! entre la crisis en España, sus hijos y todas las quejas de las que no paraba de hablar se pasaba el tiempo, no tenía mucho dinero, en mi opinión se aprovechaba un poco de su situación pero intentaba vivir con dignidad, y siempre llevaba sus cuentas al día, aunque a mi parecer tenía ojos de loco (los tenia bastante separados entre sí), y tras entrar y salir esta y más gente yo seguía quedándome aquí, nos es un mal sitio para vivir, algo aburrido a veces, a excepción de cuando entra gente nueva para obtener alojamiento, es interesante.
Yo por mi parte acabaré partiendo pronto, y es curioso cómo tarde o temprano acabamos yendo de un lugar a otro, a conseguir algo mejor, o por algo fortuito, o casualidades del destino, o simplemente vivir alguna que otra aventura.

En aquel entonces yo no sabía bien de lo que hablaba, no sabía el alcance que podían tener mis palabras y lo reales que podían llegar a hacerse, sólo intuía que, en alguna parte, en algún lugar indefectiblemente, esa persona, ella, me seguía esperando y que yo acabaría llegando en el momento justo, ni antes ni después, y acabaría abrazándola y conociéndola al fin.

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