sábado, 3 de mayo de 2014

Difícil es salir de la tierra después de un beso tuyo

Un mes, es apenas el tiempo que llevo aquí, y hoy, como generalmente, me parece estar viviendo dentro de alguna de esas series americanas. He descubierto y aprendido mucho en este tiempo, cuando llegué todo era nuevo, bonito, suave y musical. También mi pequeña habitación con esa cama que estuvo rota un tiempo, también el hotel (aunque sinceramente yo no pagaría el precio que vale por estar allí). Durante este tiempo parece que he estado, y estoy, viviendo en una montaña rusa, todo me da vueltas. Es tanta la información que quiero atrapar, tantos los datos que quiero captar, que siento como si la vida común y cotidiana se me hubiera convertido en una tarea tan difícil como escalar una montaña, pero tan placentera como deslizarse por un tobogán.
Evidentemente todo es nuevo: los paisajes, los sabores, la música, las palabras, los tonos, los olores... Incluso la lluvia durante los primeros días parecía que me se pegaba a mí y me mojaba más. A veces sigo sintiendo como si tuviera que reordenar mi cabeza continuamente, es abrumador.
Realmente me alegra estar aquí, los días son cortos y las noches más cortas aún, apenas duermo, y creo que no es por nada ni por nadie en especial (está bien... quizás alguna noche me sigas viniendo a la mente), pero realmente a penas tengo tiempo de echar de menos a la gente que dejé atrás. Este es un lugar muy diferente, aunque parezca mentira. Es como si al abrir mi cabeza hacia nuevos caminos los de atrás me parecieran ya muy lejanos, casi olvidados, pero no en la vida, como si tuviera que borrar parte de mi disco duro y volver a cargar otra información. Por un lado a veces es una experiencia agobiante pero, por el otro, tengo que admitir que es como si mi cabeza estuviera a punto de abrirse, como si de golpe hubiese empezado a despertar de un sueño que aún recuerdo pero que, con tiempo, puede acabar olvidándose casi completamente.

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