lunes, 2 de junio de 2014

3 recuerdos

Este número me causa siempre una enorme curiosidad, 3 son los colores primarios (rojo, amarillo y azul), las etapas del día (mañana, tarde y noche), el tridente es un atributo de Neptuno y a veces del Diablo, el trébol simboliza la buena suerte, Los Tres Cerditos, Los tres deseos de Aladin, el sombrero de tres picos...

Y tres son los momentos que uno pasa con ella, y que uno nunca puede olvidar:
1. El primer beso. Es un salto al vacío, y hay que hacerlo sin pensar. ¡Ahora! Uno lo decide pero no lo hace. Ninguno parece ser el momento perfecto hasta que, casi empujado por una fuerza invisible, doy un paso al frente y comienzo a acercarme. Ella se queda inmóvil y sonríe, una sonrisa casi imperceptible, pero que  veo en primer plano. Cierra los ojos y entonces me da tiempo a mirarla por última vez antes de que todo cambie. Y ese beso, ese primer beso... sabe a auténtica gloria.

2. La primera vez que se hace el amor. Ella está aquí, conmigo, y me mira con esa dulzura suya, y me vuelve loco. Aunque viviera mil años sería imposible superar ese momento. Que se pare el tiempo y nunca más vuelva a arrancar, que me mire así siempre. Qué bien suenan las mentiras de sus labios, qué placer da creérselo todo, qué preciosa está, y la empiezo a desnudar. Y me entretengo en cada caricia, a cada pequeño movimiento. Y desnudarla es lo de menos, porque ella es lo de más, ella es todo. Y no dejo de mirarla, y no dejamos de besaros, y me podrían matar después de esto...

3. La primera despedida definitiva. Sentados en un lugar donde todo parece ser un decorado. El mundo ahora no es tan sólido como parecía hace un rato. ¿Por qué parece que una burbuja nos envuelve solo a nosotros? Cada silencio me va rompiendo un poco más por dentro. Se acabó. Ya no quiere seguir destruyéndose conmigo, y lo peor, seguramente empezará a construir con otro. Otro que tendrá como única misión desterrarme de sus recuerdos, y lo hará, no lo dudo, pero ya es tarde para arrepentirse, tarde para todo, se nos ha hizo tarde juntos y ni me enteré. Y después del premio de consolación del podemos ser amigos (como si ya hiciera mucho tiempo que no lo fuéramos), llega lo inevitable. Adiós. ¡Vaya! Ahora que "empezábamos" a ser amigos…

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